Anoche dormí de la manera más placentera posible. El mejor descanso que he tenido durante mi inmersión lingüística en Francia. No es que mis almohadas fueran las mejores o que mi colchón sea una plataforma para soñar sin despertar, tampoco es que haya comprado algún artefacto para conciliar el sueño. Lo único que hice fue acostarme cansado luego de haberme duchado y comido un snack, pues venía de una jornada de jogging a buen ritmo.
La sensación que sentí al irme a la cama fue increíble, me sentía renovado y limpio. Claramente estaba cansado pero este cansancio no era molesto sino placentero, producto de correr en la playa más cercana a Montpellier y por sus alrededores. Estaba un poco quemado ya que hubo momentos en los que recibí buena cantidad de sol, tampoco puedo pretender no quemarme si corro sin camisa. Al fin y al cabo, fue una sensación única que realmente nunca había sentido en mi vida. Francia tiene un clima no tan húmedo como en Sudamérica, así que a duras penas sudaba mientras corría y la sensación de calor y cansancio no apareció mientras hacía el jogging. En mi país estaría muerto del cansancio luego de correr durante 20 minutos sea bajo el sol o en la sombra. Aproveché este hecho e hice nada más y nada menos que 15 kilómetros en de trayectoria en total.
El circuito que hice junto con mi mejor amigo suizo, a quien conocí gracias a mi inmersión lingüística en Francia, comenzó desde la estación de tranvía Etang de l’Or. Trotamos a buen ritmo desde allí hasta Solignac por la acera peatonal con vista a los estanques y canales que ofrece el departamento de Herault. Había muchos árboles que nos brindaron sombra y aire limpio. Cuando llegamos a Solignac nos adentramos en la playa para continuar corriendo con vista al mar, pero nos quedamos tan atónitos con la belleza y tranquilidad de las aguas que paramos por un gran momento para contemplar aquellas aguas francesas. Decidimos salir de aquella playa ya que era un poco difícil correr en este sector debido a sus playas en forma de arco con largos caminos de piedra como límite. Continuamos hasta la playa Le Petit Travers, allí optamos por definitivamente correr justo al lado del agua con destino a la playa Le Grand Travers.
En la playa nos encontramos finalmente con un grupo de amigas que, al igual que nosotros, estudian en la escuela EasyFrench y nos dimos un descanso acostados en una toalla sobre la arena. Al estudiar francés en Francia conoces a mucha gente de todas las nacionalidades, así que siempre tendrás alguien con quien estar y compartir las actividades que más te gustan. Dos horas y media de continua charla con nuestras compañeras recargaron mis baterías para continuar con mi jogging, así que me apresuré a continuar mi ejercicio y troté de vuelta hasta la estación donde había comenzado el trayecto. Lastimosamente mi compañero suizo no regresó conmigo a trote, sino que tomó el bus de la playa Le Grand Travers junto con las compañeras para llegar a la misma estación de tranvía, pero sin cansarse de más. Creo que el hecho de hacer jogging en Francia con unas condiciones tan diferentes a las de Colombia me dió la adrenalina necesaria para seguir y la motivación para continuar con mucho entusiasmo. Cuando llegué finalmente a mi casa ya me sentía realizado, mi cabeza estaba despejada de cualquier estrés y mi corazón se sentía muy saludable.
Así que si cualquiera quiere descubrir esta maravillosa actividad debe apresurarse, pues, en mi opinión, el otoño es la mejor estación para hacer jogging sin tanto calor, sudor y, definitivamente, con mucho entusiasmo. Además, Montpellier es una ciudad cálida y perfecta para realizar cualquier tipo de deporte, ningún deportista se sentirá incompleto aquí; y si aún no se es deportista, no hay que dudar en comenzar a hacer actividad física en esta maravillosa ciudad, pues brinda todos los espacios y condiciones para sentirse cómodo. No hay nada como trotar al borde del mar, y sobre todo si no hay que recorrer medio país para hacerlo.